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11 de Septiembre de 2003

Las armas crean inseguridad

Las armas son el primer factor de riesgo de la violencia, el primero.” Así de rotundo se muestra José Sanmartín, director del centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Valencia, y una autoridad mundial en el estudio de la violencia. Para el especialista, existe una peligrosa y clara relación entre armas y violencia que ha sido perfectamente estudiada. El catedrático explica que el ser humano no ha sido dotado por la naturaleza de especiales armas. “No tenemos ni las garras de un león, ni los dientes de un lobo, ni la tremenda fuerza de un gorila”, por lo que desde el punto de vista natural somos bastante desvalidos. Por esa razón resulta curioso que los humanos “seamos el matador por excelencia, tanto por violentos como por ser los que más matamos”. El porqué se encuentra en que las armas hacen inútiles los inhibidores naturales –por ejemplo, la expresión de miedo– contra la agresión desarrollados por la especie humana.

Todos los animales, explica Sanmartín, tienen algún mecanismo o señal –los inhibidores– con el que logran aplacar el ataque de un semejante. Son señales de sumisión, de miedo o rendición que ponen fin a la agresión. El hombre también las tiene, pero son ineficaces con las armas que distancian al agresor de la víctima.

“Las armas, a lo largo de la historia, han puesto cada vez más lejos a la víctima para difuminarla y provocar que los reiterados inhibidores naturales no sean operativos. Es un asunto que está muy estudiado”, afirma el investigador, que insiste en que “son objetos artificiales para los que la naturaleza no ha seleccionado defensas”.

Para Sanmartín, hay una relación muy directa en la ecuación seguridad, inseguridad y armas: “Cuantas más hay, mayor es la inseguridad”. El caso de Estados Unidos, donde se cree que hay dos armas por habitante, es decir, 500 millones de ellas, es paradigmático. En Estados Unidos –explica el catedrático– el arma está ligada a una concepción muy particular de la defensa que “por desgracia” comienza a calar en España. El ciudadano de aquel país no se fía del Estado como garante de su seguridad. Dice el científico que “allí –a diferencia de la Europa occidental, donde hacemos del Estado el depositario legítimo de la violencia para defendernos– no dejan en el Estado esa función y la pasan al uso civil del arma. Esa mentalidad se está extendiendo entre nosotros, sobre todo con la privatización de funciones de los cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado: la seguridad privada, que es un paso anterior a la situación norteamericana”. Sanmartín es tajante: “Las armas son el único instrumento que sólo tiene una función negativa: matar. Cualquier otro ideado por el ser humano tiene una vertiente positiva y otra negativa, pero las armas no. El tiro deportivo, por ejemplo, es la ritualización de una conducta y no estamos hablando de la reorientación del uso de las armas, como puede ser el caso de la caza. Las armas existen para matar”.

Fuente: LA VANGUARDIA